NAVEGANTE
Pides como un dios para vivir y olvidas,
emperador de la calle,
emperador,
dueño del asfalto y de la sed
duque del cartón, señor del miedo
Navegante
de un océano perdido
compañero
de la sole y la botella,
tus
amigas que ni hablan ni te piden,
y
tú las miras, compañeras,
con
tus ojos casi ciegos
y
las odias a las dos.
Una
crece y la otra se vacía
mientras
un insulto en forma de moneda
cae
junto a tu mano temblorosa
y
otra vez la noche,
el
hambre
y
los amados fantasmas de la muerte.
Y
bebes para vivir y sueñas
sueñas
que se borran, y están cerca
muy
cerca,
y
bebes y naufragas
en
ese desierto conocido en el que habitas
sin
que venga a salvarte la tristeza
La
tristeza ya no tiene sitio en tu dolor
una
esquirla, el milagro, la esperanza,
y
una foto de familia en el recuerdo
apenas
eres eso,
barro
como Adán en el infierno
endurecido
por las horas
Y
yo te compadezco,
Desde
aquí, desde mi trono
sin
saber que eres mi espejo.
José María Garrido
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