Mediterráneo.
Escenario
de ambiciones milenarias,
de
disputas entre pueblos ancestrales.
Fiel
crisol de costumbres de abolengo,
de
regímenes de alcurnia poderosa,
parecidos
en el todo y en la nada.
Grandes
razas que tras muchos mestizajes,
con
el tiempo se sintieron casi iguales.
Sólo
tú, mundo en ti diferenciado,
neolítico
tribal del occidente,
diste
a luz mil valores portentosos,
que
formaron el sustrato de sus gentes.
Poso
noble, embrión de la cultura,
del
Egipto milenario, de la Grecia emprendedora,
desde
Fenicia hasta Hispania, desde Cartago hasta Roma.
Judaísmo,
cristianismo e islamismo,
compartieron
sus creencias hermanadas.
Pueblos
sabios que acuñaron
el
sublime sentimiento de lo bello,
el
trabajo como vía de existencia,
la
aventura como meta de futuro.
El
acervo común que les distingue,
como
amantes del honor y de la estirpe,
de
la hombría poderosa, del orgullo.
Satisfechos
de su fama y su prestigio,
herederos
de un riquísimo linaje,
centinelas
de la vida soberana.
Aún
perdura en sus venas esa impronta
que
supieron inculcarles sus mayores,
para
honrar la memoria de sus muertos
y
preñar de entusiasmo sus hogares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario